Usted


Lea qué hermoso es el mundo si está usted.

Sépalo. Sorpréndase y pregúntese.
Y luego (recién luego) salga y camine.

La espero en esa calle que usted caminará.
No me diga de qué color llevará la remera.
O qué adorno tendrá en el cabello.
Simplemente sonría.
Así la reconozco. Así la distingo de las demás.

Porque no sé cómo es usted.
No sé de qué color son sus ojos.
O qué defecto me delatará su imperfección.
Sólo sé que quiero estar con usted.

Camine.
Camine la noche
mirándola y note como ella
se esfuerza tratando de imitarla.
Pero no puede.

Camine. Camine mucho.
Que un beso mío la va a sorprender
en una esquina.

Y así continuaré escribiéndola.
Y empezaré a saberla.
Y a confirmar que es con usted,
mi demorada desconocida,
con quien quiero estar.

3 comentarios:

Dieguillo dijo...

Camine que ha de conocerla. Camine que ha de encontrarla. Camine, no se detenga. Viva el deseo, siéntalo cerca. Es el anhelo lo que nos mantiene en la búsqueda. Es el destino lo que importa, pero el medio lo que realmente se recuerda e importa. No se detenga, se lo repito, porque en el movimiento perpetuo es donde uno crea lo que importa.

barba genio, no! barba presidente!! ja
abrazo.

la mar dijo...

ay

Lic. R dijo...

Barba, celebro este tipo de texto apelativo. Casi imperativo diría yo.
Estos textos que nos exigen ser felices. Que nos despiertan, que nos llaman, nos convocan; que nos hacen dar cuenta que la felicidad no es sólo un sueño, sino también, y sobre todo, la vigilia de realizarla en algo tan simple como el andar.
Gracias, gracias, gracias!
Bisa.-