Habitación 201


El desinterés en comprender si afuera caminaba lento una bicicleta o era el Apocalipsis.

El hecho de que no me importe el no saber si cuando vuelvas a venir, lo vayas a hacer para visitarme, para quedarte, para buscarme o para despedirte.

Un conserje que vomitaba envidia al vernos tan felices.
Una valija tan pesada.
Una habitación pequeña y nuestra… la 201.
Una cama que fue nido, cueva, carpa, mesa, cena, barra, cine, discoteca, escenario, guerra, tumba, sorpresa, heladería, y nuestra…

La canción que bailamos tantas veces sin estar. Y que esta vez nos regalamos.

Los pellizcos, los besos o los mordiscos que no bastaban para desmentirnos que eso fuera un sueño.

Mi sonrisa cuando se te escaparon esas palabras que yo contuve… tan sólo un poco más de tiempo.
Un tiempo que no respetaba lógicas y un espacio roto que albergaba, en tan pocos metros, tanto…

Esas noches. Esas mañanas.

Las lágrimas de tantos días y meses, que se juntaron y me bañaron, que se transformaron en sonrisas y me taparon.

Como nos tapamos nosotros, esa madrugada que te dormiste antes, riendo y yo me quede mirándote, buscando en cada centímetro de tu cara, la explicación de por qué, en ese instante que todavía dura, me sentía tan completo...

2 comentarios:

la mar dijo...

qué feliz es la gente cuando es feliz.



y qué feliz me pone.

Fede chanchis op. dijo...

Cuando lo escuché no lloré por hacerme el duro, ahora... un poco me arrepiento.