Montaña rusa


Al principio me encantaba.

Ver cómo daba vueltas me entretenía.
Cómo iba y venía. Subía y bajaba.
Empinaba lento y caía rápido, para estabilizarse y volver a la cima.
Tiempo después ya no me agradaba tanto ese vaivén.
Y ahora, decididamente, no lo quiero para mí.

No sé si es que me aburre, me pudre o me cansa.
Pero sí sé que no lo necesito.
Siempre me pasa eso cuando lo inestable se vuelve rutina.
No.
No me gusta ser el operario de la montaña rusa.
Prefiero buscarme otro trabajo.
O, al menos por un tiempo, estar desocupado.

3 comentarios:

Dieguillo dijo...

me gusto, y coincido con criss.

genial barby! jajajajaja

(opcional: kent incluido)

abrazo!

Lic. R dijo...

Barba, genial.
Me fascinó la fluidez de su "BASTA!"... sé que odia estos comentarios donde uno dice lo lindo que el escritor escribe, lo bueno que está el texto; pero tanto hemos hablado al respecto que sólo me nace decir: mejor no lo pudo haber expresado!
(Puedo prometerle al menos no decirle "Seguí así!)
Me sumo a la campaña.
Bisa.-

Luciana dijo...

Es así, casi siempre la espontaneidad empedernida, las locuras insoportables y la inestabilidad permanente terminan por volverse rutina.

Eso pasa cuando llega ese punto en que no nos queda más que una única certeza: la puta certeza de que no sabremos qué esperar.

Me sumo a la campaña de Cris.